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25/11/2008

TRH DUKE AND DUCHES OF CALABRIA ATTENDED THE INSTALATION OF THE CARDINAL PRIMATE OF SPAIN TO THE SPAHISH ROYAL ACADEMY OF HISTORY
 

TRH Duke and Duchess of Calabria atended the installation of His Eminence the Most Reverend Antonio Cardinal Cañizares Llovera, Archbishop of Toledo and Primate of Spain to the Spanish Royal Academy of History (Real Academia de la Historia, RAH).

His Eminence the Cardinal is Bailiff Grand Cross of Justice of the Constantinian Order and he was installed by the President, D.Gonzalo Anes e Alvárez de Castrillon, Pérez del Pato e Fernández de la Bandiera, Grand Cross of Justice the Constantinian Order.

The official communication of the Real Academia de la Historia

The Spanish daily ABC (http://www.abc.es) brings the following article on the occassion:

«Si sucumbe a fuerzas disgregadoras, España dejará de ser España»
ANTONIO ASTORGA. MADRID

Como un «don» agradeció ayer el Cardenal Arzobispo de Toledo y Primado de España, Antonio Cañizares Llovera, su ingreso en la Real Academia de la Historia (RAH), donde ocupará la vacante de Antonio Rumeu de Armas. En la mesa presidencial, Gonzalo Anes, director de la RAH, y los académicos Carlos Seco Serrano y Eloy Benito Ruano. En el estrado le arropaba una amplísima representación eclesiástica, comandada por el Nuncio de Su Santidad en España, Manuel Monteiro; y por el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez. Le acompañaban el cardenal emérito de Toledo, Francisco Álvarez; el Infante Don Carlos de Borbón y su esposa, Ana de Borbón y Orleans, y los Duques de Segorbe. En primera fila, el obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino, los obispos auxiliares de Toledo y el obispo de Segovia. La política estuvo representada por el vicepresidente primero de la Junta de Castilla-La Mancha, Fernando Lamata; el alcalde de Toledo, Emiliano García-Page, ambos del PSOE; y la presidenta del PP en Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal. El ex secretario de Estado Miguel Ángel Cortés; y el conseller de Bienestar Social de la Generalitat Valenciana, Juan Cotino, le escuchaban.

Antonio Cañizares leyó un discurso sobre el esplendor visigótico como «momento clave para la edificación de España y su futuro». El purpurado rememoró el III Concilio de Toledo, que arrancó un 8 de mayo, en 589, y con él «una trayectoria histórica de unidad que, aún con sus dificultades y momentos críticos en el tiempo, no ha visto interrumpida España hasta nuestros días». Tras citar a Julián Marías -«La España «perdida» o destruida por los árabes «se convierte en empresa». España se ve como «perdida» y al mismo tiempo «buscada»-, Cañizares consideró que «así también se vive hoy en la conciencia de la mayoría de nosotros, y así lo afirmó, tan inteligente como vigorosamente, nuestro querido Rey Don Juan Carlos al apelar a todos a la unidad de España».

Aquel Concilio de Toledo fundó y marcó «el esplendor visigótico, olvidado por completo para muchos y borrado de los libros de Historia de la escuela -donde se debería enseñar a ser lo que somos como pueblo-». Para Cañizares, «prescindir del legado en el que está entrañada la gran Tradición cristiana, perder esta memoria histórica, es exponernos a hacer una historia contra nosotros -contra el hombre mismo- o a que nos la hagan otros, o a que nos la impongan, en la ejecución de «su proyecto», quienes detenten el poder o estén cercanos a él».

El Cardenal Arzobispo de Toledo -que advirtió que «relegar a Dios al ámbito de lo privado pone en peligro la supervivencia de Europa, de una sociedad democrática, de un Estado de derecho»- se preguntó en voz alta: ¿Será cristiana la España del mañana? «Lo será -contestó- en cuanto se mantenga en sus raíces, en cuanto mantenga viva su memoria y su identidad. ¿Será España si deja de ser cristiana? Si deja de ser cristiana, si sucumbe a fuerzas disgregadoras, y olvida o, peor, suprime las raíces cristianas que le dan unidad e identidad -cosa posible como en otros lugares sucedió-, España dejará de ser España, dejará sencillamente de ser». Menos apocalíptico, Cañizares concluyó que «la herencia del «esplendor visigótico» y el rostro que lo identifica, la memoria y la identidad de lo que allí nace -España-, se quiera o no son inseparables de la cristianía que la han hecho posible. Esta es una verdad histórica que tal vez la cultura dominante del momento trata de relegar al olvido y fuerza a ignorarla, o superarla». Y concluyó recordando las palabras dirigidas a Europa que Juan Pablo II esculpió en Compostela: «España, ¡vuelve a encontrarte! Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en otros continentes. Reconstruye tu unidad espiritual, en un clima de pleno respeto a las otras religiones y a las genuinas libertades. Da al César lo que es del César y a Dios lo que es Dios». 

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